Los novatos tienden a preocuparse más por tener la financiación para activos fijos y se olvidan del circulante. No tienen en cuenta, tampoco, los plazos de arranque.
Ahora sí que es el momento de pensar en plazos, en una planificación mes a mes, semana a semana. Ya sabes lo que quieres hacer. Ahora tienes que ver cuánto te cuesta y cuántos recursos le tienes que dedicar a lo que quieres hacer. Ahora tienes que calcular cómo cada una de las decisiones que has planificado se traduce en números. Porque necesitas saber si te lo puedes permitir, durante cuánto tiempo te lo puedes permitir, y cuándo tienes que tener suficientes clientes. Si planificas todo lo anterior, podrás saber cuándo tienes que comenzar a pedir dinero.
Traduzcamos a euros
“Tienes que planteártelo de la siguiente manera: este modelo de negocio, ¿en cuánto se traduce a euros? Los emprendedores no se paran a pensar en las implicaciones económico–financieras de las decisiones que quieren tomar. Y tienen que evaluar las decisiones, su impacto. ¿Esto lo fabrico o lo subcontrato? ¿Cómo llego a los clientes: con una fuerza comercial propia o a través de una alianza? Esta dinámica no la incorporan muchos emprendedores cuando hacen su análisis. Una cosa es lo que quieren hacer y otra lo que pueden permitirse. Tienes que chequear aspectos clave de tu modelo de negocio. Porque el plan de negocio puede cambiar. Tú le puedes ofrecer lo mismo al cliente final a través de cinco modelos de negocio diferentes. En uno puedes necesitar cinco millones de euros el día uno y con otro modelo de negocio sólo necesitas 50.000 euros. Cada uno, claro, con sus ventajas y sus desventajas”, explica José Viteri, socio de la aceleradora de negocios DA2B.
“Si tengo claro que debo conocer esa variable, pero no la controlo, tengo que ser consciente de la necesidad de contar con alguien dentro o fuera del equipo que me dé esa visión. Muchas veces los emprendedores, ante un tema que no controlan, dicen: bueno, aunque no lo haga, luego sale bien… Y deben diseñar una estrategia para cubrir esas lagunas. Esto a veces va en contra del orgullo de un emprendedor”, añade.
300.000 euros… ¿para qué?
“Tienes que saber qué necesitas, pero saber para qué. Si vas a dedicar 300.000 euros sólo para desarrollo de producto, no vas a ir al banco y pedir una línea de crédito para esa parte. Si vas a dedicar esa cantidad a desarrollo de producto, tendrás que solicitar la financiación adecuada. Otra cosa es que compres materias primas y vendas un producto terminado a 60 días y necesites financiar tu circulante en la proporción en la que aumenten mis ventas… para eso habrá que conseguir una cuenta de crédito. Los emprendedores no tienen claro el tipo de financiación para según qué actividad. Eso, luego, tiene un efecto inmediato en la tesorería”, explica el socio de DA2B.
“Cuando tú te compras una casa, no te pides un préstamo personal a tres años. Entiendes que ese activo te va a durar 20-30 años y, por tanto, tienes que financiarlo a la medida con un producto hipotecario a 20-30 años. En las empresas ocurre lo mismo: no puedes financiar todo por igual. Si vas a desarrollar un software que después vas a poner en el mercado y tiene una vida útil de tres a cinco años, tienes que buscar la herramienta adecuada”, argumenta Viteri.
¿Pongo yo el dinero? ¿Lo pido fuera? ¿Con qué criterio?
“Desde el punto de vista financiero, trabajar únicamente con recursos propios es ineficiente porque son mucho más caros que los ajenos. Ahora bien, el recurso ajeno, sin embargo, que tiene la ventaja de ser más barato, tiene la desventaja de que hay que devolverlo, lo que es crucial para el emprendedor. Mientras que el recurso propio no hay que devolverlo. La clave es el ritmo de generación de caja que van a tener los activos que estés financiando. Si tienen un plazo de generación de caja muy largo, por ejemplo, un proyecto de I+D, eso lo tienes que financiar con recursos a largo plazo, y el recurso más a largo plazo son los fondos propios. Después, la deuda a largo plazo. Y, a continuación, la deuda a corto plazo”, apunta Isidro de Pablo.
¿Cuándo salir a buscar dinero? “Depende del tipo de financiación. Si es privada, parafraseando a nuestros coinversores en la aceleradora, primero te vienen los usuarios, luego los clientes y después los inversores. Eso en cuanto a la inversión privada. Si todavía estás lanzando un producto mínimo viable o un negocio tradicional tras dos años de desarrollo de producto, ningún inversor privado va a querer correr el riesgo del mercado y del producto si tú sólo con las herramientas que hay en el mercado deberías eliminarme el riesgo-producto. Nadie va a invertir si todavía no tienes algún cliente de pago. Esto es lo que ocurre con los inversores privados profesionales”, apunta Enrique Penichet, socio de la firma de capital riesgo Sinensis Seed Capital.
¿Y a mi cuñado?
Otro tema es pedir dinero a familiares y amigos. “A ellos está claro que puedes atacarles antes porque ya te conocen. No necesariamente tienes que esperar a tener clientes. La paradoja de esperar a tener clientes es que si no lo has hecho bien, no vas a conseguir ya la inversión. Y en una fase anterior de venta de expectativas es más fácil enamorar a alguien. Lo que pasa es que no vas a poder seducir a un inversor profesional que está en una fase posterior”, reflexiona.
¿Cuánto voy a tardar?
La financiación pública tiene unas convocatorias que son sota, caballo y rey, aunque luego pueda haber retrasos (ver despiece). Los bancos son rápidos a la hora de responderte. ¿Y la inversión privada? “Hay una ventana de oportunidad evidente con los clientes, pero también hay una ventana con los inversores: el mismo proyecto, cuatro meses después, es más atractivo que cuando lo vieron cuatro meses antes. Cuatro meses antes eras como el pionero del Oeste que terminaba con una flecha clavada en lugar de ser el colono, pero cuatro meses después hay más proyectos en ese mismo mercado y tu propuesta cobra sentido. Y también al revés: cuatro meses antes hubieras recibido financiación, pero ahora…”, matiza este inversor.
“Planifíca a quién vas a plantearle tu plan de negocio y qué es exactamente lo que busca. No vayas sin más a ver a un business angel porque le guste tu sector. No es el mismo discurso para un venture capital, que invierten tres millones de euros, que uno que invierte 500.000 euros… De la misma manera que en financiación pública no es lo mismo pedir un AvalMadrid, que pedir un Enisa. A su vez, no es lo mismo que pedir CDTi que pedir un crédito europeo, que ahora mismo hay líneas incluso para perfeccionar tu plan de negocio. Hay que adaptarse a la audiencia: a unos les tienes que hacer unos planteamientos más conservadores que a otros, en unos tienes que insistir en la tecnología y en otros, no…”, apunta Oliver von Schiller, socio del bufete Ad&Law.
Noticia extraída de: emprendedores.es