En las primeras 24 horas de enero hice un listado de propósitos para 2017 que sobrepasaba un folio A4. ¿A quién pretendía engañar? La mayoría de lo que aparecía en esa hoja lo llevo arrastrando casi desde hace una década y ahora un semestre a estas alturas de año. Si hay un buen objetivo que puedas proponerte en el futuro, es no trasladar jamás a tu negocio esa fiebre desenfrenada por los retos.
Que sí, que las metas son necesarias para que tu empresa pueda seguir avanzando. Hasta ahí estamos de acuerdo. El problema es casi siempre acabamos formulándolas mal. ¿Qué quiero realmente? ¿Expandir mi empresa, convertirme en una gran compañía, internacionalizarme, ganar más dinero, aumentar mis clientes…? Si tenías alguno de esos propósitos en tu lista, puedes tacharlo ya. Planteándotelo de esa forma solo conseguirás dos cosas: abandonar los retos hasta enero del año que viene o frustrarte porque eres incapaz de lograr lo que buscas. Así que te propongo fijarte los objetivos de un modo más inteligente con el método SMART. Toma nota para los siguientes propósitos:
S de specific (específico)
Cuando los objetivos son difusos es imposible cumplirlos porque ni siquiera tienes claro qué es lo que debes perseguir. Por ejemplo, no tiene ningún sentido que te propongas “ser una gran empresa”. ¿Qué significa eso? Para poder hacer un plan de acción necesitarás ser bastante más específico. Quizá el objetivo tendría que ser “aumentar mi facturación un 10%”.
M de measurable (medible)
Si una meta no es medible, tampoco podrás saber si la has cumplido o no. En el ejemplo anterior es muy sencillo establecer un parámetro (10%). Sin embargo, a veces los objetivos son más abstractos y evaluar los resultados no depende simplemente de un único número o porcentaje. Imagínate que el propósito es “posicionar mi blog como un referente del sector”. En este caso habría que analizar un conjunto de factores como las visitas a la web, el tiempo de permanencia, la comparación con otras páginas de la competencia o la interacción de los usuarios.
El hecho de que las metas sean medibles es muy importante para evitar el abandono o la frustración, ya que comprobarás poco a poco cómo avanzas en tus propósitos.
A de attainable (alcanzable)
Está bien que seas ambicioso. Tus objetivos tienen que suponerte un reto, pero un reto que sea alcanzable. Para eso es recomendable valorar la situación actual de tu empresa. Así sabrás que está en tus manos.
R de realistic (realista)
Esta condición va en la línea de la anterior. Tus capacidad y la de tu equipo es limitada. Además, tienes que asumir que deberás lidiar con obstáculos. Es decir, que se acabó lo de hacer listados infinitos de propósitos para los que necesitarías más de una vida.
A la hora de establecer tus objetivos necesitas ser consciente de las barreras. ¡Pero ojo! No te pongas límites a ti mismo. Una cosa es saber hasta dónde puedes llegar y otra muy distinta conformarte con el “no puedo”. Creer en ti es un requisito indispensable.
T de time-bound (tiempo limitado)
Darse un margen de 12 meses para cumplir los objetivos es demasiado tiempo. Es posible que empieces con ganas, pero seguramente cuando llegue junio ya los habrás olvidado. Por eso, en lugar de marcarse plazos tan amplios, es más recomendable dividir cada propósito en pequeñas metas mensuales o trimestrales. Por ejemplo, ganar 1 cliente más al mes o incrementar la facturación trimestral en un 5%. Además de impedir que abandones tu metas, si te lo planteas de esta forma aumentará tu motivación, conforme vayas tachando en la lista.
Noticia extraída de: infoautonomos.eleconomista.es