Para realizar la inversión inicial, los emprendedores pueden recurrir a los préstamos bancarios, las líneas públicas de crédito o los avales de las sociedades de garantía recíproca.
La apertura de una franquicia implica normalmente una inversión mayor a la necesaria para abrir un negocio como autónomo, aunque a cambio se obtiene el respaldo de una compañía que ya tiene un modelo consolidado. «El coste oscila entre los 6.000 euros de las más baratas hasta el millón que pueden alcanzar las más solicitadas del sector de la restauración», recuerda Pablo Gutiérrez, socio de mundoFranquicia.
Por tanto, es frecuente que los emprendedores tengan que recurrir -además de a sus ahorros propios y los préstamos de amigos y familiares- a fuentes de financiación externa. Éstas son algunas de las principales vías que tienen actualmente a su alcance:
Bancos. Los créditos bancarios siguen siendo la principal herramienta que utilizan los empresarios del sector para abrir sus negocios. En los últimos años, varias marcas han firmado acuerdos con estas entidades para que sus franquiciados puedan obtener mejores condiciones en los préstamos. Incluso cuando no existe un convenio de este tipo, haber obtenido la confianza de una cadena suele ser una garantía extra para que el banco se decida a dar el visto bueno a la solicitud.
ICO. El Instituto de Crédito Oficial dispone de una línea de fondos dirigida a autónomos y emprendedores, en la que se incluye también a los que trabajan en el sector de las franquicias. El importe máximo de estas ayudas es de 12,5 millones de euros por compañía, por lo que será suficiente para cubrir la inversión inicial. El plazo de amortización es de cuatro años cuando se financia la liquidez y de 20 años si se destina a realizar inversiones productivas. Otra opción interesante para los franquiciados que ya estén en activo es solicitar las ayudas de la línea de crédito comercial, que anticipan el importe de las facturas. En ambos casos, las solicitudes se deben presentar en las entidades financieras con las que el ICO haya firmado acuerdos.
Instituciones públicas. Las ayudas públicas dirigidas específicamente al sector de las franquicias son todavía escasas, aunque existen algunas a nivel autonómico, como las concedidas por la Junta de Extremadura. Por tanto, generalmente conviene analizar aquellas que van destinadas a emprendedores y autónomos en general, ya que en ellas se suele incluir también a los franquiciados.
Sociedades de Garantía Recíproca. Estas entidades de ámbito autonómico -hay una por cada Comunidad- actúan como intermediarias con los bancos, proporcionando los avales necesarios para acceder a los préstamos. Para contar con esta garantía, el franquiciado deberá convertirse en socio partícipe de la SGR y aportar capital en proporción a la cantidad solicitada. Los principales costes que hay que tener en cuenta son los de la comisión de estudio y los de la concesión del aval. A cambio, permiten obtener unos tipos de interés bastante inferiores de los que se obtendrían si se solicitara el crédito sin su colaboración.
‘Crowdlending’. En los últimos años estas plataformas online se han desarrollado como una nueva herramienta de financiación para las franquicias. A través de ellas se pueden solicitar créditos de hasta 600.000 euros y dejar que los inversores privados decidan si aportan los fondos necesarios. Para ello, además de aportar garantías de solvencia, es fundamental realizar una buena descripción del proyecto que llame la atención de estas personas. El interés a pagar depende de la calificación obtenida en función del riesgo de impago, que determinan los expertos de la compañía. La horquilla varía entre el 5% cuando se consigue la mejor valoración y el 21% cuando se tiene la peor. Las tasas más habituales están entre el 1% para los préstamos a seis meses y el 5% para los de cinco años.
Financiación conjunta. Las marcas también son conscientes de las dificultades para encontrar liquidez que atraviesan algunos de sus asociados, por lo que les ofrecen diversas alternativas para sortear estos obstáculos. Una de las más habituales es que la inversión se realice de manera conjunta por la central y el franquiciado, que de esta manera comparten tanto los costes como los beneficios derivados de la explotación del negocio.
Noticia extraída de: expansion.com