Cuando dejas de ser de empleado y comienzas a emprender después de los 40 vienes con una inercia de hacer las cosas en la que más o menos controlas tus resultados, es decir, cuando haces A para obtener B normalmente ese es el resultado o al menos se le parece bastante.
Cuando emprendes, como ya he comentado en alguna ocasión en los artículos de mi blog, entras en un mundo en el que la incertidumbre es altísima y por lo tanto te mueves en términos de probabilidades porque no hay nada que te garantice el resultado que esperas al 100%.
De hecho, son numerosas las variables que intervienen a la hora de conseguir resultados. Hagamos un repaso (si se te ocurre alguna más, compártela en la línea de comentarios, me encantará leerte):
Tu manera de pensar, que a su vez determina lo que proyectas en los demás.
Tu posicionamiento estratégico.
Tu comunicación
Cómo te mueves y dónde.
El mercado.
Salvo la última, todas las demás dependen de ti y puesto que son “variables” significa eso, que “varían” (sí, perogrullada al canto;-)) o mejor dicho, que en función del mercado a veces tienes que cambiarlas y adaptarlas a la nueva situación. Dicho de otra manera, nada es inmutable, es más, todo puede cambiar en cuestión de meses o semanas por lo que la clave de todo está en la resistencia que tengas al cambio.
Y es que esa resistencia al cambio precisamente es lo que muchas veces impide el despegue de cualquier negocio o simplemente desatascar una situación que en un momento dado no nos es favorable.
Y lo que es peor, es que normalmente ni nos damos cuenta porque estamos enrocados en algo que no nos lleva a ninguna parte y no lo queremos ver. Sí, a mí también me ha pasado y por eso quiero compartir contigo 3 razones por las que esto sucede, que en realidad son 3 conclusiones a las que he llegado tras vivir la experiencia y que espero que te ayuden a afrontar ese cambio al que te resistes.
Normalmente se dice aquello de “si algo no te funciona haz otra cosa”, pero lo cierto es que no es tan sencillo, más que nada porque cuando estás bloqueado no tienes ni idea de qué “otra cosa” hacer. Con lo que te voy a contar ahora estoy segura de que encontrarás no sólo qué otra cosa hacer sino la manera de hacerlo.
Vamos a ello…
1.No estás alineado
Esto puede sonarte quizás filosófico o espiritual (en realidad lo es;-)), pero créeme que es clave para poner las bases de todo lo demás porque no todo es estrategia. Estar alineado significa que estás en tu centro, es decir, que realmente estás donde quieres estar haciendo lo que quieres hacer y que mejor se te da y además lo haces según tus valores. Éste es el posicionamiento interno del que te hablaba en mi anterior artículo publicado aquí en Infoautónomos.
Una buena parte de los bloqueos que tenemos vienen porque hacemos lo que nos dicen los demás que tenemos que hacer sin acompañar esa escucha de la de escucharnos a nosotros mismos y a lo que sentimos. Esto tiene mucho que ver con tu intuición y ésta habla a través de tu cuerpo al que, desgraciadamente, muy pocas veces hacemos caso.
Cuando no estás alineado el cuerpo te lo dice, porque no te sientes bien, pueden aparecer pequeñas lesiones o achaques incluso, pero el síntoma más evidente es que no quieres hacer lo que sabes que tienes que hacer, tiendes a no moverte y cada vez haces menos y menos quieres hacer. Tu lenguaje también cambia y empiezas a hablar de “debería hacer”, “tendría que hacer”, en vez de “quiero”, “me pongo” o directamente no pensar y directamente hacer.
Todos procrastinamos (palabreja fea de narices que significa postergar) de vez en cuando, pero cuando esa procrastinación es prácticamente constante y con un determinado tipo de tareas entonces es que no estás alineado y eres un manojo de miedos que te impiden avanzar. Eso es un claro síntoma de que hay una resistencia al cambio que no te permite despegar como quieres.
Y si vamos un poco más allá todo esto también tiene mucho que ver con tu grado de exigencia con el logro, pero en ese tema no voy a entrar porque da para escribir otro artículo como mínimo;-).
2. No te estás mostrando
Como consecuencia de los miedos del punto anterior, eso te impide mostrarte con seguridad y empiezas a ocultarte, a meterte en una cueva sin darte cuenta. La consecuencia es que no se te ve donde se te tiene que ver, es decir, donde realmente puedes brillar y estar en tu salsa.
Esto pasa muchas veces con los modelos de negocio. Te han dicho que tal o cual modelo de negocio es el que funciona y no te has parado a pensar si realmente ese modelo de negocio está alineado contigo, es decir, si tus cualidades, habilidades, capacidades son las idóneas para desarrollar ese modelo de negocio. Dicho de otra manera, un modelo de negocio es una especie de traje y como tal te tiene que venir como anillo al dedo y tienes que sentirte cómodo con él puesto.
Otra cosa es que necesites un período de aprendizaje que al principio te resulte un poco incómodo. Por ejemplo, en los negocios online siempre hay que aprender una serie de aspectos relacionados con la tecnología que salvo que seas un poco friki suele ser algo que te toca las narices bastante, pero digamos que no te importa aprender porque si hay algo que te apasione es escribir en un blog.
Pero si escribir no te gusta, no se te da bien, a lo mejor te tienes que plantear si esa es la manera en la que quieres mostrarte a tu público y como más les puedes aportar. Si no es así, tendrás que buscar otra forma, otro vehículo a través del cual mostrar lo mejor de ti.
3. Te empeñas en vez de perseverar
En esto te aseguro que tengo un máster de errores hecho;-). Me ha pasado muchas veces, elegir un camino o estrategia sin analizarla muy bien y empeñarme en que es la correcta y seguir machacando, aunque yo lo veo como que persevero y como para emprender hay que perseverar pues ya está y tan ricamente.
El equivalente a esto sería darse con la cabeza contra la pared para pasar a una estancia cuando tienes la puerta al lado y tienes la llave para abrirla o si me apuras hasta la puerta está abierta pero ni te has parado a mirar.
De aquí se sale sólo de una manera: tomando distancia, mirando los resultados, y viendo lo que te ha funcionado y lo que no y a partir de ahí tomar decisiones que te lleven por un camino diferente, que puede también ser el mismo pero con algunos pequeños ajustes, eso sí, imprescindibles por otra parte.
Conclusión
Cuando tu negocio esté estancado primero mira bien si estás haciendo lo que tienes que hacer y si no lo estás haciendo pregúntate por qué no lo haces. Normalmente la respuesta la encontrarás si miras hacia tu interior. Muchas veces es ahí donde están muchas de las claves de lo que nos sucede y un cambio de actitud puede suponer una auténtica revolución que te catapulte desde el limbo, la higuera, la parra o los famosos Cerros de Úbeda, a simplemente el lugar donde realmente quieres estar.
Si quieres saber más te invito a que visites mi web y accedas a mi seminario gratuito Los 13 errores que no debes cometer y cómo evitarlos para emprender con éxito después de los 40, en el que recojo una buena parte de lo vivido cuando empecé a emprender y de lo que tú también puedes aprender y empezar a ahorrar tiempo, dinero y esfuerzo desde el minuto cero.
Además entrarás a formar parte de una comunidad que crece día tras día en la que recibirás todas las semanas en tu buzón material práctico en forma de artículos y vídeos con los que te ayudaré a comunicarte con naturalidad y eficacia y a conectar con las personas para que consigas liderar tu proyecto empresarial con éxito.
Noticia extraída de: infoautonomos.eleconomista.es