Primavera y verano suele supone tradicionalmente un importante repunte
Primavera y verano son épocas en las que los préstamos consumo se multiplican por la confluencia de muchas razones. Una de las principales compras que se financian con préstamos, la compra de vehículos, repunta fuertemente antes de las vacaciones de verano, buscando estrenar coche en la época de desplazamientos más largos. También es el momento de los préstamos para vacaciones y cuando más se hacen reformas en el hogar, sin olvidar la financiación para universidad y especialmente masters y posgrados que se suele cerrar en verano.
Los bancos saben que llega un buen momento e intentan sacar provecho captando un pedazo de este suculento pastel. Para ello se utilizan todo tipo de herramientas comerciales y entre estas están, por supuesto, las bajadas del tipo de interés. Este momento coincide con la última decisión del BCE tanto por la bajada del precio del dinero y penalizar el dinero que los bancos depositan en el Banco Central Europeo con el objetivo de incentivar a los bancos a conceder préstamos. Con todo ello ¿Es buen momento para pedir un préstamo?
Analiza y tómate tu tiempo
Si esperamos que el efecto de estas medidas llegue rápidamente a los préstamos al consumo, la respuesta es No. Si llega bajo al ahorro, rebajando tipos pero en los préstamos el proceso suele ser mucho más largo y así está sucediendo. Con todo ello, si podemos esperar es lo más conveniente. Habrá que dejar transcurrir al menos el mes de abril para que algunos bancos empiecen a lanzar mejores ofertas y especialmente el mes de mayo para poder ver muchas más y presumiblemente mejores.
Hay que tener en cuenta que no sólo hay que analizar el tipo de interés, también los condicionantes que le rodean. Aunque aparentemente tenemos préstamos al consumo son más competitivos que en años anteriores, las condiciones para alcanzar estos mejores tipos de interés son en muchas ocasiones bastante estrictas. Por ello, detrás de tipos de interés competitivos hay una letra pequeña que sigue siendo un verdadero obstáculo, o para conseguir financiación o en hacerlo con un interés que merezca la pena. Así, a la domiciliación de la nómina y recibo se añaden en muchas veces que estos ingresos tengan un importe mínimo muy elevado, que se realicen operaciones con tarjeta o incluso se contraten productos de ahorro/inversión como planes de pensiones o PIAS.
Por ello, intentemos no precipitarnos en la contratación, analizando durante un periodo suficiente que ofrecen los bancos y sus características:
Tipo de interés: Es la que determina principalmente el precio de la financiación. Desde luego, cuanto más bajo mejor, pero siempre fijándonos en la TAE que es la que incluye todos sus costes, como comisiones de apertura o seguros de amortización.
Comisiones: Entre los gastos obligatorios que se incluyen en la TAE están las comisiones de apertura y/o estudio. Por lo que más altas sean las mismas, mayor será la TAE y el coste de la financiación. También otras comisiones no obligatorias pueden influir a la hora de determinar el coste del préstamo. Esto ocurre con las comisiones de cancelación o amortización, las cuales abonaríamos si adelantamos el pago total o parcial del préstamo. Esta opción que nos ahorra intereses puede ser no tan interesante si tenemos comisiones de este tipo elevadas.
Plazo: Por la forma de amortizar intereses (préstamo francés) cuanto más corto sea el plazo, más rápido liquidaremos capital y por tanto pagaremos menos. Por todo ello, todo esfuerzo que realicemos para pagar lo antes posible será recompensado con una menor carga de intereses.
Noticia extraída de: cincodias.com