Más de 4.000 policías han sido desplegados en Londres en la vasta operación de seguridad puesta en marcha ante el funeral, este mediodía, de la ex primera ministra Margaret Thatcher. Desde hace ya días la presencia de las fuerzas de seguridad es notable en el centro de la capital y en las estaciones de metro y ferrocarril, buscando sin duda un efecto disuasorio que se ha convertido en especialmente necesario desde el atentado terrorista del lunes en la maratón de Boston.
Ese atentado ha puesto el terrorismo en primer plano, uniéndose así a la que desde la muerte de Thatcher ha sido la principal preocupación policial: la posibilidad de que manifestantes de la izquierda intenten convertir los funerales en una protesta, más que un homenaje, por la trayectoria de uno de los políticos más controvertidos de la Gran Bretaña del siglo XX.
La muerte de Thatcher ha provocado una ola de emoción en la opinión pública, pero esa ola no se nutre solo de la añoranza destilada desde la derecha, sino del rencor que todavía anida en la izquierda. Thatcher ha sido tan polémica después de muerta como lo fue en vida y la policía teme que su pomposo funeral pueda verse ensombrecido por la violencia.
Cientos de personas se agolpan ya desde primera hora de esta mañana en los puntos más atractivos por los que transitará el cortejo fúnebre y en especial ante la catedral de San Pablo, en la que más de 2.300 invitados tendrán el privilegio de asistir a la ceremonia. Entre ellos estará la reina Isabel II, que asiste por primera vez al funeral de un político desde las exequias de Winston Churchill en 1965 en un gesto que algunos consideran de escasa imparcialidad dado el carácter divisivo de la herencia política de Thatcher.
El ataúd con los restos mortales de la ex primera ministra fue trasladado el martes a primera hora de la tarde al palacio de Westminster, el epicentro de la política británica. Pasó la noche en la recogida capilla de St. Mary Undercoft, en la que fue velado por familiares y amigos y donde se celebró un servicio religioso privado.
A las 10 de la mañana (las 11 en la España peninsular), comenzará su traslado hasta la catedral de San Pablo en lo que convertirá los funerales en un entierro de Estado en todo menos en el nombre. Thatcher será escoltada por 700 militares en su último viaje por las calles de Londres a bordo de un carro de artillería. Muchos de ellos, veteranos de la guerra de las Malvinas.
Articulo estriado de El País